La historia del Globo plateado

La historia del Globo plateado
Alfredho Altamirano
Mateo 6:25-34
“Si Dios presta tanta atención a la apariencia de las flores silvestres
-la mayoría de las cuales ni siquiera se ven-,
¿no crees que te atenderá,
se enorgullecerá de ti,
hará lo mejor por ti?
Lo que intento aquí es que te relajes,
que no estés tan preocupado por conseguir,
para que puedas responder a lo que Dios te da.
La gente que no conoce a Dios y su modo de obrar
se preocupa por estas cosas,
pero tú conoces a Dios y su modo de obrar.
Empapa tu vida de la realidad de Dios,
de la iniciativa de Dios,
de las provisiones de Dios.
No te preocupes por perderte.
Verás que todas tus preocupaciones humanas cotidianas serán satisfechas.
“Presta toda tu atención a lo que Dios está haciendo ahora mismo,
y no te preocupes por lo que pueda o no pueda pasar mañana.
Dios te ayudará a afrontar las cosas difíciles que surjan cuando llegue el momento.
Mateo 6:25-34
Había una vez un globo de un precioso color plateado.
El dijo para si que su color siempre perfecto, y que nadie podría cambiarlo.
Cuando alguien se acercaba para inflar ese globo para alguna fiesta, el siempre lo impedía.
Al llegar la fiesta de cumpleaños del Señor de la Casa, el simplemente miró a los demás globos los miró con lástima porque muy pronto serían inflados, se estirarían y serían gordos; ya no tendrían la firme textura y color original.
Al culminar la fiesta el observaba como muchos eran llevados por los invitados, muchos otros quedaban sin aire, feos, estrujados, arrugados, rotos o simplemente abandonados en algún rincón.
Su vida útil había terminado y eran llevados por los sirvientes del Señor de la casa.
Y así pasaron los años, el color del globo plateado se fue apagando lentamente, su belleza se fue desdibujando lentamente. Ya nadie entraba a buscarlo se volvió tosco, rudo y huraño, hasta el día en que finalmente fue arrojado fuera de la casa del Señor sin haber cumplido el propósito para el cual fue creado.
Somos como globos. El globo es la vida.
El aire, las ilusiones y sueños de cada uno.
Estamos están preocupados por lo que el mundo nos ofrece:
ropas nuevas,
casas lujosas,
vehículos del año,
más dinero,
éxito.
Hay una exaltación a la belleza.
Las muchachas desean ser siempre más esbeltas y altas.
Los muchachos anhelan pasearse delante de ellas con los vehículos mas nuevos y modernos.
Nos levantamos, comemos y nos volvemos a acostar pensando tan solo en la ropa, la comida y cuanto dinero hay en nuestra cuenta. Corremos tras el viento, tras algo que nunca podremos poseer. Siempre insatisfechos.
La escala de valores de nuestra vida como Cristianos es totalmente opuesta a los valores que el mundo nos indica. La Palabra de Dios es clara en este sentido al indicarnos:
“Buscad primeramente el reino de Dios” … las demás cosas vienen por añadidura.
Nada de lo que hagamos podrá cambiar el tamaño de nuestra nariz, ni nuestra estatura o el color verdadero de nuestro cabello, ni de nuestra piel. Sin embargo nuestro Padre Celestial sabe que necesitamos todas estas cosas. Iniciemos este nuevo día buscando verdaderamente a Dios, y dejemos de correr tras el viento.
Alfredho con H